¿Por qué no clonar las fórmulas de los auditorios famosos?

Post  382 – 17 de Febrero de 2013 - Categoría: Acústica arquitectónica

Pregunten a los músicos la lista de las mejores salas del mundo y casi seguro dirán los mismos recintos: Viena Musikvereinsaal, Amsterdam’s Concertgebouw, Boston’s Symphony Hall, New York’s Carnegie Hall. Y luego pregúntenles que digan los lugares donde más cómodos se han encontrado con la acústica y la lista cambiará completamente: una iglesia local, una sala de la universidad, la Filarmónica de Berlín, el Palau de la música de Barcelona, una sala pequeña perdida en una ciudad remota, etc.

Cada instrumento se adapta mejor a un tipo de recinto, incluso que las piezas musicales tienen recintos donde se escucha mejor. Pero nos volveríamos locos, ajustando o diciendo que tal recinto se adapta a cierta canción de Bach. Y este otro auditorio se escucha muy bies la introducción a la tercera sinfonía de Beethoven.

Debemos partir de lago tangible. La evaluación de los factores que conforman una excelente acústica, para la interpretación musical, es una idea para concentrarse en las cualidades comunes de las salas universalmente admiradas por su sonido.

Las clásicas salas llamadas "cajas de zapatos", como las de Viena y Boston, han sido elogiadas por el calor, la presencia, la inmediatez, el fuerte bajo, el buen equilibrio, la claridad y la envolvente. Comparten ciertas características arquitectónicas: ancho estrecho, techos altos, uso de materiales masivos como el yeso y ladrillo que proveen duras superficies no absorbentes. Si esta combinación produce resultados tan superiores, ¿por qué no clonar sus fórmulas para nuevas salas de conciertos?

boston symphony hall

Boston Symphony ejemplo de caja de zapatos

Porque no podemos. Primero tenemos que las salas actuales deben ser más grandes, para poder ser económicamente viables. Segundo, las normativas actuales requieren de pasillos anchos, para poder evacuar el público. Tercer punto es la distancia entre las filas de sillas. Actualmente deben hacerse mayores que hace 200 años, debido a que la estatura media ha aumentado. Cuarto punto, deben abarcar diferentes tipos de música, ya que los gustos musicales actuales van desde música religiosa o de meditación, hasta el guitarreo incendiario de Steve Vai o Satriani. Y por último los arquitectos quieren probar nuevos enfoques e imponer su personalidad creativa en un cada edificio que realizan.

Con todo ello, una sala como el Symphony Hall de Boston, que tiene un aforo de más de 2600, estaría en apuros para acomodar a más de 1800 asientos con las normativas actuales, la música amplificada no se escucharía nada bien y el arquitecto actual que la realizase sólo querría las paredes de madera sin ningún elemento decorativo.

En la actualidad hemos conseguido espacios con otras acústicas, más grandes y mejor definidos, en algunos auditorios quizás mejores que los cuatro recintos anteriores. Pero para los no aficionados el Vienna Musikvereinsaal, el Amsterdam’s Concertgebouw, el Boston’s Symphony Hall y el New York’s Carnegie Hall son el olimpo de los templos musicales.

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