Sordera al paisaje sonoro urbano
Post ·369 – 21 de Octubre de 2012 - Categoría: Acústica ambiental y ruido.
Cuando se habla de cómo afecta el ruido a las personas que viven en las grandes ciudades, siempre se habla del estrés, los ataques al corazón y los dolores de cabeza. Existe un problema subyacente y que nunca se comenta, que es el de cerrar el canal auditivo debido a la pobreza de los sonidos urbanos. Lo podríamos llamar Sordera al paisaje sonoro urbano.
Esta patología no se encuentra entre los artículos científicos, ni existen estudios que lo mencionen, ni tan siquiera que lo toquen tangencialmente. Pero cuando comparas conversaciones entre gente de ciudad y gente que no urbana, su existencia se hace patente.
Para la gente que no vive en las ciudades, el sonido es una fuente de información. Y siempre se encuentran en una pre-escucha, para entender lo que está pasando o incluso reconocer lo que va a pasar. Esto en los urbanitas no ocurre. El canal de información auditivo lo tienen muy dormido.
Su causa podría ser la coevolución que se produce con la irrupción de los coches y la rápida adaptación a ellos por su sonido. Los conductores y los peatones, estamos acostumbrados a utilizar el ruido para medir la distancia y la velocidad de los vehículos de nuestro alrededor urbano por razones de seguridad. Este ruido es constante en una ciudad, obteniendo muchas zonas con un promedio de 65 a 80 dBA de ruido. Aunque podamos tener picos muy superiores y muy molestos.
Como protección acústica, mientras caminamos por una acera se cierra el canal auditivo al ruido de los coches y solo se vuelve a escuchar cuando nos es necesario. Estamos andando por una calle y nos olvidamos completamente del ruido de tráfico. Solo lo “escuchamos” cuando queremos cruzar una calle. En ese momento volvemos a conectar auditivamente con el paisaje sonoro de la ciudad. Cerramos y abrimos el canal auditivo sin darnos cuenta y dejamos de percibir información.
La permeabilidad a los sonidos exteriores se va perdiendo en los habitantes de las ciudades. Nuestro cerebro no tiene la necesidad de escuchar el espacio exterior, al ser muy repetitivo. No se valoran los sonidos, ni las texturas, ni sus tonos, ninguna de sus cualidades pueden provocar que nos parezcan interesantes.
Vamos creciendo con esta manera de escuchar. Los sonidos interiores de nuestros pensamientos tapan el ruido exterior. Esto lo aprendemos desde pequeños, cuando empezamos a tener la capacidad de focalizar los sentidos y podemos evitar estar escuchando todo el rato sonidos exteriores repetitivos. El ruido es un factor ambiental muy importante en nuestra propia evolución como personas.
Curiosamente esto no sucede en la gente que habita lugares sin ruido. La capacidad de escucha permanente es muy superior y se tiene la capacidad de escuchar más sonidos y que estos nos hagan experimentar y tener más sensaciones. Podríamos decir que tienen un marco más amplio y mejor capacidad de escucha. Y esto afecta a su comprensión del mundo.
Lamentablemente cada vez hay menos silencio en el mundo y todos vivimos rodeados de múltiples paisajes sonoros de tipo ruidoso y vamos coevolucionando a sus sonidos. Con lo que mi observación de personas que escuchan de manera amplia el mundo, con sus matices, cada vez encuentro menos y habitualmente son gente mayor y que ha vivido en zonas de tipo rural. La sordera al paisaje sonoro se va extendiendo, ya que cada vez escuchamos menos nuestro entorno.