Síndrome de las canciones pegadizas
Post 283 - 18 de Julio de 2010 - Categoría: Psicoacústica y cerebro.
Hace un par de años, lo estuve comentado con el neuropsicólogo Robert Zatorre, y estuvimos especulando sobre neurosis y capacidad cerebral para “desconectarse” en casos de estrés. Pero él pensaba que todavía se debía recorrer bastante en el descubrimiento del comportamiento cerebral musical. Este post intenta explicar un poco la base de porqué no podemos dejar de cantar una canción.
Cuando nuestro cerebro no puede para de cantar una canción, le llamamos el "síndrome de la canción pegadiza" o de lo que en inglés se conoce popularmente como earworm, literalmente "gusano del oído", pero que es una derivación de la palabra alemana ohrwurm que significa "melodía pegadiza". Los portugueses también tienen una expresión para este molesto fenómeno: chiclete de ouvido, es decir, "chicle auditivo". En castellano sencillamente decimos "se me pegó un tema", pero la imagen del gusano es bastante precisa: una cosita que repta en el cerebro y se queda ahí, cantando compulsivamente una melodía que preferiríamos olvidar.
Y preferiríamos olvidarla porque en general se nos pegan canciones que no nos gustan, que no nos importan, o que oímos al pasar: un jingle, lo que sintonizaban en el supermercado, incluso la canción que otra persona estaba tarareando. Ahora bien, es muy probable que esa persona tuviera ella misma una canción pegada, y aunque la ciencia sólo ha podido especular acerca del fenómeno, parece que cantar la melodía que no nos deja en paz ayuda a que se desprenda de nuestro cerebro. Y, como un virus, deja nuestro organismo para contagiar a otro.
Uno de los pioneros en el estudio de los earworms es el profesor James Kellaris, de la Universidad de Cincinnati. Cuando él realizó el estudio Dissecting Earworms: Further Evidence on the Song-Stuck-in-Your-Head Phenomenon, acababa de estrenarse la película Misión Imposible III, y puso su famosa pista en el Top 10 de los temas más pegadizos, junto a "I think we’re alone now", de Tiffany y YMCA de Village People. Para Kellaris, el 99% de la humanidad ha tenido alguna vez un earworm.
Fueron investigadores del Darmouth College de New Hampshire quienes descubrieron que estas canciones pegadizas se instalan en el córtex auditivo: una parte del cerebro que contiene la memoria sonora (algo así como nuestro iPod interno). Para eso, escanearon a un grupo de estudiantes a quienes hicieron escuchar música que conocían y la apagaron intermitentemente, sin avisarles. Pudieron ver que cuando se hacía silencio, el cerebro completaba la canción, es decir, el córtex era capaz de llenar el vacío apelando a la memoria auditiva. En cambio, cuando la canción les era desconocida, el cerebro no podía completarla, a menos que fuese bastante previsible (por ejemplo, en el caso de una estructura típicamente pop de verso-puente-estribillo). Lo que demostraron, básicamente, es que el cerebro tiene la necesidad natural de completar canciones.
¿Por qué se pegan?
A pesar de estos estudios, no se ha llegado a ninguna conclusión acerca de las causas que hacen que se nos pegue una determinada melodía. Es cierto que algunos temas son más "pegadizos" que otros, y son justamente esos temas los que se convierten en hits ("Waka Waka" de Shakira, "Alejandro" de Lady Gaga). Según Kellaris, "los earworms surgirían de la interacción entre las propiedades mismas de la música (simple y repetitiva), las características del individuo (su nivel de neurosis) y el contexto situacional (si la canción es lo primero que escucháis por la mañana, o lo último que escuchaste por la noche, o si estás bajo estrés)."
Para Sergio, DJ argentino radicado en Barcelona, la cosa pasa por la intención expresa del músico. Cuenta que la última canción que se le pegó fue "I gotta feeling" de Black Eyed Peas: "y se pega porque es un producto perfecto de laboratorio, pensado por Black Eyed Peas y David Guetta precisamente para eso; es gente que sabe cómo vender."
¿Qué hacer?
Según el portal de California Exploratorium hay que probar varias cosas: escuchar la canción en cuestión completa y aprenderse la letra (de esa manera el córtex no tendrá necesidad de completarla); intentar pegársela a otro silbándola o tarareándola, o ponerse a tocar (bien o mal) cualquier instrumento que uno tenga a mano.
El mundo 2.0 no se quedó atrás de la iniciativa de aliviar a los contagiados por este expansivo virus. El sitio EarWurm te propone compartir y contagiar canciones. Al entrar podrás escuchar el earworm del día y proponer el tuyo, sin necesidad de registrarte.